“Atrápame Si Puedes” Parte 2

Nevada Journal

¿La indiferencia deliberada al abuso físico de sus estudiantes autistas es parte del modo de operar del Distrito Escolar del Condado de Clark?

Usted bien puede pensar que es una acusación totalmente indignante.

Seguramente, ninguna organización encargada de educar a los niños de Nevada permitiría maltratar a un número significativo de sus niños, ¿cierto?

Sin embargo, los registros judiciales, específicamente las reclamaciones federales presentadas y adjudicadas contra el distrito en las últimas dos décadas, presentan una imagen más oscura.

Las historias de las noticias relacionadas con esas demandas legales sugieren que, en la mayoría de los casos, los maestros y ayudantes del CCSD, ya sea que hayan sido inadecuadamente capacitados o investigados, o ambos, simplemente pierden dichas demandas, o resulta que en realidad tienen serios problemas psicológicos.

Por ejemplo:

  • Mamie Hubbard-Washington, maestra de educación especial en Reed Elementary, arrestada en 2007 por cinco cargos de delitos graves de abuso infantil;
  • Lachelle James, una maestra asistente en la Variety School, arrestada en 2012 por cinco cargos de abuso infantil, mientras que los cargos civiles en su contra como agente del CCSD incluyeron 72 cargos por lesiones;
  • Lisa Smith, otra maestra de educación especial de Variety School, que también renunció en 2012 después de que un testigo presencial declarara que Smith (seis pies y más de 200 libras) había golpeado en el pecho a un niño autista en silla de ruedas, tirándolo contra un muro de concreto donde había una toma de corriente que penetró en la parte posterior de su cabeza.
  • James Doran, un maestro de educación especial en Forbuss Elementary, fue arrestado en agosto de 2015 por cargos de agresión a principios de año contra tres niños autistas no verbales. La orden de arresto se emitió inicialmente en julio, pero en realidad esta orden no se entregó sino hasta mediados del mes siguiente, mientras Doran continuaba en su puesto de maestro con los mismos niños bajo su control.

El caso de Smith es de especial interés porque había sido empleada por el distrito desde 1987 como maestra de educación especial.

En esa época, desafortunadamente, el abuso físico de autistas y de otros niños con necesidades especiales parece haber sido una rutina.

Además, hasta fines de la década de 1990, en Nevada, como en otras partes, las nociones acerca de cómo ayudar a los niños a superar sus discapacidades (si es que, alguna vez, a alguien le interesó) se habían mantenido bastante primitivas. Se puede encontrar clara evidencia sobre la cultura que dominaba las escuelas públicas del sur de Nevada en relación a la educación especial, en dos demandas que sentaron precedentes en contra de la Variety School del CCSD en 1997 y 1998.

1997: Derrick Eason, et al, v. CCSD

El niño autista Derrick Eason tenía tres años en 1992 cuando ingresó en el programa de educación especial del CCSD. Cinco años después, sus padres demandaron al distrito, alegando abusos severos a manos del personal de Variety School y del Distrito, incluyendo haber sido sometido al procedimiento de “derribo”, alimentarle a la fuerza con harina de avena, rociarle la cara con agua refrigerada, ser forzado a correr o caminar en una cinta rodante con pesas en sus tobillos o continuamente alrededor de una mesa, teniendo al maestro gritándole comentarios degradantes, aplicándole medidas inmovilizantes o nocivas en la boca y los labios para evitar que se mordiera y poniéndole vinagre en la comida.

En el procedimiento de derribo, el maestro de educación especial del CCSD y su asistente, forzaron al estudiante a acostarse sobre su estómago en una colchoneta en el suelo, contuvieron sus brazos y piernas cruzándolos a la fuerza por la espalda. Luego, uno de los adultos se sentó sobre el joven, presionando sus nalgas o columna vertebral, negándose a levantarse hasta que el estudiante llorara o gritara. El procedimiento, según los demandantes, fue un castigo por las acciones relacionadas con las discapacidades del joven, como hacer movimientos corporales involuntarios o tics.

Del mismo modo, aunque el joven era alérgico a la harina de avena y el maestro había sido informado de ello, uno de los hombres sostuvo las manos del niño detrás de su espalda mientras que el otro lo forzó a comer la avena mezclada con su propio vómito, y luego mantuvo su boca y mandíbulas cerradas.

El 6 de diciembre de 1995, un médico de la sala de emergencias trató al niño de siete años por marcas rojas en el cuello que fueron diagnosticadas como “consistentes” con “estrangulación”. El asistente del maestro, bajo la dirección del mismo, había sofocado al joven en un intento de hacerlo correr más rápido en la cinta rodante. Sin embargo, el niño de siete años continuaba cayéndose, ya que sus pies y piernas estaban deformados, lo que le impedía correr rápido.

Después de que los padres presentaron una demanda, el CCSD afirmó que tanto la institución como sus empleados estaban exentos de responsabilidad porque el distrito era un brazo del Estado de Nevada en virtud de la 11ª Enmienda a la Constitución. Aunque el tribunal del distrito federal de Nevada aceptó ese argumento, ni el Tribunal de Apelaciones Federales del Noveno Circuito, ni el Tribunal Supremo de los Estados Unidos estuvieron de acuerdo.

1998: Shawn Witte, un menor, v. CCSD

Shawn Witte, a quien se le diagnosticó el síndrome de Tourette y otras afecciones, también asistió al Variety School y fue sometido a muchos de los mismos procedimientos que Eason. Su madre presentó una demanda contra el CCSD en marzo de 1998.

Según la reclamación, se vio obligado a caminar en una cinta rodante a alta velocidad con pesas atadas a los tobillos, en un esfuerzo por cansarlo o evitar que saliera del aula. Cuando Witte cayó sobre la cinta, lo levantaron a la fuerza y lo obligaron a continuar. Según los expertos, la incapacidad para controlar los movimientos y el impulso para moverse son característicos de las discapacidades del joven.

También fue privado de comidas si no lograba cortar los alimentos con los utensilios apropiados. Le rociaban agua en la cara si fallaba en cumplir con la tarea asignada. Se vio obligado a permanecer afuera en el patio sin comida ni agua durante largos períodos de tiempo. También fue obligado a permanecer de pie en un rincón del aula durante largos períodos, con los brazos y las manos detrás de la espalda.

Además de soportar el abuso físico, Witte fue sometido a abuso emocional. Por ejemplo, el maestro de educación especial con frecuencia le gritaba comentarios degradantes. Se vio obligado a escribir oraciones como “No le diré a mi madre” o “No tendré un tic”. Witte fue amenazado con daño físico si alguna vez le contaba a su madre lo que le sucedía en la escuela.

1999: Nevada cambia la ley estatal

En 1999, los legisladores estatales, respondiendo a la publicidad sobre los procedimientos de Variety School revelados en las demandas de Derrick Eason y Shawn Witte, aprobaron severas restricciones a las “intervenciones aversivas” que los distritos de escuelas públicas podrían cometer sobre niños con discapacidades.

“Aversivas” significa intervenciones que tienen como objetivo inducir dolor o incomodidad a un estudiante para obligarle a cumplir o a eliminar, o a reducir conductas de mala adaptación.

Sin embargo, los litigios en esos casos continuaron. El caso Eason finalmente concluyó en abril de 2004, cuando el CCSD y los padres de Derrick Eason resolvieron la demanda legal del menor. Se informó que el CCSD pagó a la familia $50,000 y a los Servicios Legales del Condado de Clark, que habían representado a la familia, los honorarios de los abogados por un monto de $50,277.65 más los costos de $32,222.35.

Los litigios en el caso Witte continuaron solo un mes más. En mayo de 2004, el CCSD y los demandantes de Witte también llegaron a un acuerdo. Las sumas pagadas por el distrito a la familia y a los Servicios Legales del Condado de Clark eran idénticas a las que se pagaron en el acuerdo de Eason.

No obstante, las prácticas reales en el distrito escolar han tardado en cambiar, como pronto lo revelaron los casos de niños en edad preescolar y los casos posteriores.

2003/2004: Casos de Preescolar, I y II.

(Estas dos demandas, ambas sobre el trato del CCSD a niños en edad preescolar, también se conocen, respectivamente, como John Doe, et al, v. State of Nevada, y Jane Roe, et al, vs The State of Nevada, et al)

Archivados el 12/01/2003 y el 23/03/2004, los casos terminaron el 17/11/2008 y el 29/09/2008, respectivamente. Este último caso es el tema de esta historia.

La reclamación

En marzo de 2004, los padres de un niño de preescolar, autista no verbal con esclerosis tuberosa que había asistido a la Escuela Primaria Betsy Rhodes el año escolar anterior, demandaron a funcionarios del Estado de Nevada y del Distrito Escolar del Condado de Clark, tanto a nivel oficial como personal.

Fueron acusados de desentenderse de sus responsabilidades legales y morales como administradores, mientras abusivos agravios (múltiples golpizas) se cometían repetidamente contra el pequeño niño de cuatro años.

En la reclamación legal subsiguiente, “Bobby”, el nombre utilizado en esta serie, sería designado como “el Niño de Preescolar”, un nombre utilizado con frecuencia por los tribunales en juicios contra el estado y el distrito.

A lo largo de su primer año escolar (2002-2003), y sin el conocimiento de sus padres, el niño de cuatro años estaba siendo sometido por empleados del CCSD en el programa “Kids Intensive Delivery of Services,” o KIDS, en la escuela elemental Betsy Rhodes, que los tribunales, tanto en Nevada como en California, pronto reconocerían como espantosos abusos físicos y mentales.

En septiembre de 2002, prácticamente en su primer mes en el programa de preescolar, un ayudante de la escuela lo agarró “por el brazo derecho retorciéndolo con la fuerza suficiente para causarle lesiones corporales y lo arrojó a dos pies y medio (2 ½) de distancia”. Varios testigos presenciales lo reportarían más tarde.

Dos padres de otro niño sin lenguaje verbal estuvieron presentes durante el episodio y consideraron el aula como un “ambiente hostil y violento”. Informaron al director de la escuela de lo que habían presenciado e inmediatamente sacaron a su propio hijo del programa “KIDS” de Betsy Rhodes.

No sería sino al año siguiente cuando los padres de Bobby finalmente, de forma inadvertida, se enteraron del trato que esa asistencia le había dado a su hijo en septiembre de 2002 y del cual nadie del CCSD les había informado.

Y al no poder comunicarse verbalmente, el pequeño no había podido informar a sus padres de cómo el personal de Betsy Rhodes abusaba de él. Sin embargo, para el día de Acción de Gracias, el niño había comenzado a representar los traumas sufridos en la escuela, como lo hacen frecuentemente los niños carentes de lenguaje verbal.

Ley de “intervenciones aversivas” de Nevada

Lo que había estado sucediendo dentro del aula del CCSD de Bobby había sido totalmente ilegal.

Tres años antes, en 1999, después de la publicidad de Eason y Witte, los legisladores de Nevada aprobaron importantes limitacionesa la fuerza física que los empleados de las escuelas públicas podían aplicar contra los niños con discapacidades.

Múltiples y nuevos requisitos para informar estas situaciones fueron también parte de esa ley. Después de cualquier intervención negativa con niños discapacitados en los que se sospechara abuso físico o verbal y mental, los administradores de la escuela y del distrito tenían órdenes estatales permanentes de informar de los incidentes a la Junta de Síndicos del CCSD a más tardar en 24 horas, o tan pronto como fuese posible.

Dentro de la misma línea de tiempo, la ley ordenó que se notificara cualquier uso de restricciones físicas no permitidas:

1.      dentro del registro acumulativo del alumno,

2.      a su equipo del programa de educación individualizada (IEP por sus siglas en inglés) y

3.      a su padre o tutor.

Adicionalmente, para cada incidente, la ley requería que el superintendente del distrito presentara un plan correctivo al Departamento de Educación del Estado, que “revisaría el plan [del distrito] para asegurarse de que cumpliera con la ley federal aplicable y los estatutos y reglamentos de este estado.”

Sin embargo, como pronto mostraría el registro, el personal del CCSD de entonces y de ahora, trataron regularmente la nueva ley como algo sin importancia, ignorándola regularmente en múltiples frentes.

Fue en abril de 2003, cuando la escuela elemental Betsy Rhodes finalmente notificó a la familia del niño de Preescolar de una de las “intervenciones aversivas” posteriores: una agresión contra su hijo en marzo por parte de su maestro. En este caso, un maestro de arte informó haber presenciado al maestro del aula del niño “agrediendo y golpeando al Niño de Preescolar Demandante al agarrarlo por ambas muñecas, y forzándolo a que se golpeara repetidamente la cara y la cabeza de diez (10) a doce (12) veces aproximadamente.”  

Esa misma primavera, el padre de Bobby habló por casualidad con la pareja que había sacado a su propio hijo del programa KIDS de Betsy Rhodes el septiembre anterior. A través de ellos, los padres de Bobby se enteraron de que el ayudante agarró a su hijo de cuatro años por el brazo y lo arrojó a una distancia de “dos pies y medio”, dejando a la pareja testigo horrorizada.

Así que ahora los padres comenzaron a comprender los cambios en el comportamiento de su hijo, que previamente los habían desconcertado. Después de solo dos meses de inscribirse en el programa KIDS de Betsy Rhodes, su hijo había comenzado repentinamente a comportarse de manera agresiva: golpear, morder y patear, comportamientos que eran nuevos en él.

Para junio de 2003, los padres habían consultado con un abogado y habían solicitado una audiencia de debido proceso, conforme a las disposiciones de la Ley Federal de Educación para Personas con Discapacidades (IDEA por sus siglas en inglés). Fue el comienzo de un largo viaje, primero a través de apelaciones administrativas y luego de litigios federales, que finalmente concluiría seis años después.

Y mientras los padres del Niño de Preescolar obtenían victorias significativas en la corte, esas victorias siguieron siendo, en muchos sentidos, vacías y desgarradoras. Bobby tenía ahora 10 años y el rechazo inflexible del CCSD durante los seis años anteriores a las recomendaciones de los expertos en autismo, le había costado al joven la posibilidad de unirse a una vida que otros de su edad ya estaban viviendo y que lo seguirían haciendo.

El ya fallecido Dr. Stephen C. Luce, un líder internacionalmente reconocido en el campo de la investigación del autismo, escribió a fines de 2004 precisamente sobre las semillas de la tragedia en la vida futura de Bobby que el CCSD había sembrado.

Su análisis señaló que, justo al principio en 2002, la familia del niño de Preescolar había llevado a la reunión del Programa de Educación Individual (IEP) del niño, recomendaciones de profesionales “expertos” en autismo para una intervención conductual intensiva.

Luce dijo que la negativa del CCSD a seguir las recomendaciones de los expertos es “particularmente lamentable, ya que la evidencia muestra que un elemento crítico que contribuye al éxito de la intervención, es que el niño comience el tratamiento lo más temprano posible. De manera similar, la intervención intensiva cuando se proporciona a niños mayores tiene efectos menos sólidos. Una intervención conductual menos intensiva también resulta en mejoras menos dramáticas”.

Él continuó:

No es raro que los distritos escolares se resistan a las recomendaciones de profesionales que conocen las necesidades de los niños pequeños con autismo. Esas recomendaciones a veces se consideran extravagantes, ya que no se parecen a las prácticas estándar para otros niños con discapacidades. Desafortunadamente, la literatura empírica sugiere que el tipo de recomendaciones hechas por [el consultor de Lovaas] Shawn Regnier son apropiadas para niños pequeños con autismo. Específicamente, mientras 35 horas de instrucción en el hogar están lejos de lo que los distritos escolares están acostumbrados a proporcionar, es precisamente lo que la literatura sugiere que proporcionemos a los niños como el demandante.

Si bien es posible proporcionar apoyo conductual intensivo en un centro o en un aula, a menudo se encuentra que los servicios en el hogar con el apoyo de la familia del niño y libres de distracciones de otros niños con discapacidades similares, es precisamente lo que se recomienda para algunos niños. Los reportes del desempeño [del Niño Preescolar] en el aula (deficiente) y después de la implementación del programa conductual intensivo (bueno) son característicamente divergentes y representan una demostración de lo que la literatura ha apoyado durante más de 10 años. (Énfasis añadido.) 

Parte del legado de Luce es un libro muy popular sobre autismo juvenil: Intervención Conductual para Niños Pequeños con Autismo, editado por los Doctores Catherine Maurice, Gina Green y él mismo.

Curiosamente, la reseña número uno del libro en Amazon es de un joven, Eli Segal, que recibió precisamente el tipo de instrucción en el hogar que los consultores de autismo recomendaron para niños en edad preescolar, que el CCSD había rechazado.

Segal, quien tiene un video de YouTube que habla sobre su liberación del aislamiento autista, comienza su reseña en Amazon diciendo:

Es un gran libro que muestra que los niños con autismo tienen potencial para crecer y aprender nuevas habilidades (además de evitar así la institucionalización de por vida) …

Segal luego revela su historia personal:

Lo interesante de todo esto es: yo fui el primer cliente del Dr. Bobby Newman en recibir 40 horas por semana del programa ABA en el hogar y no hablé ni respondí a mi nombre hasta que tuve 4 años y medio.

La investigación sobre el cerebro en las últimas décadas ha arrojado una luz importante sobre por qué los programas de hogares para jóvenes autistas pueden ser muy superiores al enfoque estándar en el aula de las escuelas públicas.

Como el famoso neurocientífico y psiquiatra infantil Bruce D. Perry explica en el gran éxito de ventas, El Niño que Creció Como un Perro, tiene que ver con una notable clase de células nerviosas en el cerebro.

Conocidas entre los investigadores como neuronas “espejo”, éstas responden en sincronía con el comportamiento de otras personas cercanas y ayudan a los seres humanos a formar apegos:

Por ejemplo [dice Perry], cuando un bebé sonríe, las neuronas espejo en el cerebro de su madre generalmente responden con un conjunto de patrones que son casi idénticos a los que ocurren cuando ella misma sonríe. Este reflejo generalmente lleva a la madre a responder con una sonrisa propia.

Sin embargo, como el neurocientífico señala más adelante:

[Una] implicación importante de nuestra biología reflejada es que concentrar a los niños con tendencias agresivas o impulsivas es una mala idea, ya que tenderán a reflejar y magnificar esto, en lugar de tranquilizarse entre ellos.

Aunque la investigación ha demostrado las consecuencias negativas de tales agrupaciones, señala Perry, muchas escuelas e instituciones de ayuda, “lamentablemente han adquirido el hábito” de organizar sus programas “en formas que concentran a esos niños”.

El Distrito Escolar del Condado de Clark es una de esas instituciones.

Sin embargo, no es en beneficio de los niños autistas que el CCSD los acorrala en lo que se denomina aulas “autocontenidas”. Más bien, parece ser simplemente para la conveniencia mental de los administradores del distrito, acostumbrados a la convención de escolarización obligatoria en aulas segregadas.

Estas salas concentradas, como lo demuestran con claridad los registros judiciales y los informes de los medios, se convierten fácilmente en recintos de caos.

A medida que los jóvenes se sienten más frustrados se van enojando, dados los profundos desafíos que enfrentan. Los maestros y ayudantes adultos del CCSD, a menudo no capacitados, y la evasión crónica de su obligación de proporcionar instrucción y servicios individualizados, hace que el “disgusto” emocional fluya a través de la sala y contagie a todos los involucrados, incluyendo al personal.

En el tumulto, lo que los niños están aprendiendo en realidad refleja los comportamientos negativos que se modelan frente a ellos, ya sean los derrumbes emocionales de los compañeros de clase o los del personal adulto estresado y sin capacitación.

Pronto, la principal prioridad para los adultos en la habitación será por defecto mantener el orden. Si los niños autistas con necesidades severas no son disruptivos y pueden ser ignorados, lo serán.

Y no recibir la instrucción individual necesaria para ayudarlos en el espectro del autismo a reemplazar los comportamientos inadaptados con comportamientos adaptativos, hace que estos niños se conviertan fácilmente en víctimas abandonadas.

Esto fue exactamente lo que un oficial de revisión del Estado de Nevada encontró, y documentó en detalle, que había sucedido con el programa educativo del Preescolar.

Hoy en día, el CCSD continúa concentrando a los niños autistas no verbales en lo que se denomina aulas “autocontenidas”. Y actualmente, los maestros y ayudantes del CCSD continúan reportando incidentes de abuso físico perpetrados dentro de estas aulas a niños autistas carentes de lenguaje verbal, por parte de otros maestros y ayudantes estresados del CCSD.

Los padres de esos niños también se dan cuenta de que no todo está bien en esas aulas “autocontenidas”. Encuentran a sus hijos regresando a casa con moretones y lesiones sospechosas. Ven a sus hijos exhibiendo nuevos comportamientos de autolesión y agresión hacia los demás. Y se enteran de los aumentos repentinos en la incontinencia de sus hijos y de los intentos de huir de las aulas del CCSD.

Más aun, cuando se trata de un aprendizaje real, descubren, al igual que los padres de Bobby hace 15 años, que sus hijos están ahora en regresión, en lugar de estar progresando.

En ciertos elementos esenciales importantes, las demandas de educación especial presentadas hoy en día contra el CCSD, parecen virtualmente idénticas a las presentadas en la primera década de este siglo, e incluso, con frecuencia, con algunas de las demandas presentadas en la última década del siglo XX.

¿Por qué ocurre esto? Una de las principales razones tiene que ser el éxito del CCSD, a lo largo décadas, para mantener al público en general ignorando la historia oscura y la tolerancia del maltrato en el distrito.

Entonces, cuando los nuevos padres notan por primera vez algo relacionado con el funcionamiento o el comportamiento de sus hijos pequeños, suponen que el CCSD, que tiene este grande y extendido establecimiento de educación especial, está de su lado y es el lugar adonde acudir.

El siguiente informe del Nevada Journal comparte una entrevista esclarecedora en primera persona con la madre del Niño de Preescolar: dieciséis años después de que Bobby, de cuatro años, ingresaba por primera vez en el programa de autismo del Distrito Escolar del Condado de Clark.

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