“Atrápame si puedes” Parte 3

Por Steven Miller

El Nevada Journal habló recientemente con la madre del niño a quien se llamó el “Preescolar” en la muy reveladora demanda de 2004-2008. En el siguiente informe, lo llamaremos Bobby. No usaremos su nombre real.

Al preguntarle de forma directa cómo está su hijo hoy en día, ella se mantuvo en silencio antes de contestar.

“No muy bien”, dijo finalmente.

El chico nunca volvió a ser el mismo, explicó, después de esas experiencias tempranas de agresión por parte de adultos en el programa KIDS de Betsy Rhodes.

“En mi opinión, esto ha devastado su vida”, dijo.

“Él no tuvo ninguna de esas conductas agresivas antes de que eso sucediera. Tenía apenas cuatro años cuando todo comenzó. Y luego, por primera vez, lo vimos golpearse a sí mismo”.

Ella proporcionó algunos antecedentes.

“Antes de tener un mal maestro, él tuvo uno bueno. Y ese maestro me habló sobre los programas de Análisis de Conducta Aplicada (ABA, por sus siglas en inglés) que estaban disponibles en ese momento a través del distrito escolar”.

“Entonces lo que hice, con la ayuda de ese maestro, fue contratar algunos tutores privados para mi hijo y comenzar con el programa ABA”.

Luego ella dijo que justo antes del Día de Acción de Gracias “tenía a uno de esos tutores privados en la casa y el tutor salió corriendo de la habitación diciendo: ‘¡Bobby se está golpeando en la cabeza!’ Y eso nunca antes lo habíamos visto”.

“Fue entonces cuando notamos por primera vez ese comportamiento agresivo. Y después, también lanzó una muñeca contra la pared y pensé en ese momento: ¿Por qué está haciendo eso?”

“Todavía no se me había ocurrido pensar: Caramba, eso puede estar ocurriéndole a él”.

“Yo era bastante ingenua en ese momento y no pensé que algo así pudiera suceder en la escuela. De manera que cuando vi las señales, no las entendí. Simplemente no tenía idea de lo que podía estar sucediendo”.

“Ellos le enseñaron eso. Le enseñaron a golpearse a sí mismo. Él nunca hubiese podido hacer algo así antes”.

Tampoco lo había aprendido en casa, dijo ella.

“Básicamente, soy muy cariñosa. No soy del tipo de persona que les grita a sus hijos o que se altera por pequeñas cosas. O que golpea, o algo por el estilo. Así que él viene de un hogar que es bastante apacible”.

El registro de las apelaciones administrativas de la familia respalda lo dicho por ella. Como señaló la Oficial de Revisión del Estado, Joyce O. Eckrem, en su decisión de febrero de 2004, que el primer Programa de Educación Individualizada (IEP por sus siglas en inglés) del niño, dado a conocer el 21 de marzo de 2002, había enumerado como los únicos “problemas de comportamiento que preocupan”, “lanzar, murmurar y conductas autoestimulantes”.

Bobby comienza a cambiar

Sin embargo, “alrededor de octubre de 2002, la madre empieza a preocuparse por los comportamientos adicionales que comenzaban a aflorar, como golpear, patear y pellizcar”.

Eso fue después de haber estado menos de dos meses en el programa del Distrito Escolar del Condado de Clark.

“Él simplemente no estaba en un ambiente agresivo, violento y rodeado de gritos, en lo absoluto (en casa). Era mi único hijo, así que cuando vi moretones en su cuerpo, pensé: ‘Bueno, caramba, tal vez los niños se hagan moretones jugando en la escuela’. Usted sabe, están jugando en el patio de recreo, no lo sé. De cualquier manera, yo era ingenua”.

Lo que ella no sabía en ese momento era que su hijo, al igual que otros niños autistas no verbales preescolares, estaba siendo maltratado físicamente de manera rutinaria, así como abusado verbalmente, en el programa de preescolar en la escuela Betsy Rhodes.

Tales prácticas del distrito habían sido bien documentadas y publicitadas en juicios a mediados de la década de 1990, lo que llevó a la creación de nuevas leyes estatales que prohibían las “intervenciones aversivas”. Sin embargo, en el aula de Bobby, las prácticas continuaron.

Los padres de otro niño carente de lenguaje verbal, cuando visitaron el salón de clases en septiembre de 2002, poco después del comienzo del año escolar, vieron cómo un ayudante escolar agarraba a Bobby, le retorcía el brazo causándole dolor y lo tiraba a un lado.

Molestos, esos padres informaron lo que habían observado al director de la escuela. También retiraron inmediatamente a su propio hijo de Betsy Rhodes, describiendo el aula como un “ambiente hostil y violento”.

Ni el CCSD ni el director informaron a los padres de Bobby del incidente. No fue sino meses más tarde, que uno de esos padres hizo un comentario incidental que alertó por primera vez al padre del niño de cuatro años.

Cuánto fue el abuso físico que sufrió su hijo en Betsy Rhodes es algo que los padres de Bobby nunca sabrán. No solo carecía de lenguaje verbal en ese momento, sino que el miedo y el trauma tempranos, como se explica más adelante, interrumpen seriamente el desarrollo de la confianza necesaria para que los niños autistas aprendan el lenguaje y otras habilidades sociales, dejando un daño permanente.

Luego, en abril de 2003, después de otra agresión física, una de varias por parte del maestro del aula de Bobby, la directora de Betsy Rhodes notificó a la familia de otra “intervención aversiva”. Fue una agresión contra su hijo en marzo, que una maestra de arte había presenciado.

Ella había informado que vio al maestro del aula “agredir y golpear al niño Preescolar Demandante, al agarrarlo por ambas muñecas, forzándolo a que se golpeara repetidamente la cara y la cabeza de diez (10) a doce (12) veces aproximadamente”, dice la reclamación.

Seis años más tarde, la familia finalmente llegó a la conclusión del desafío legal en la corte del distrito, del estado y del gobierno federal, superando al pelotón de abogados del CCSD financiados por los contribuyentes. Después de que las conclusiones en dos cortes federales, la del distrito de Nevada y la del 9º Circuito, fueron contra el Distrito Escolar del Condado de Clark, el CCSD acordó una resolución financiera.

Si bien el monto pagado por el distrito después de ese acuerdo es confidencial, el Nevada Journal preguntó, no sobre su monto, sino sobre su adecuación en términos de las necesidades de Bobby.

“Honestamente, fue totalmente inadecuado; fue ridículamente bajo”, dijo ella, y agregó que había un problema más básico: el daño permanente que el CCSD le había causado a Bobby durante esa temprana y crítica etapa de desarrollo.

Debido a que Bobby tiene algo parecido al trastorno de estrés postraumático, dijo: “No puede sentarse en un sofá, hablar sobre sus problemas y tratar de obtener alivio. Usted sabe, él no puede comunicarse bien del todo. Él no puede entender, así que básicamente …”

Ella hace una pausa y luego dice: “Sabe, era un niño pequeño, inocente, hermoso y amoroso [quien] estaba en esta situación increíble que no entendía, eso lo lastimó”.

Triste y asustado

La madre de Bobby está obsesionada por una foto desgarradora de su joven niño en edad preescolar, tomada en un evento escolar.

Él aparecía en una foto “que estaba en un pavo que habían hecho con fotos, recortes y otras cosas, no lo sé. Pero en esa foto él estaba mirando algo y yo no sabía qué estaba mirando en ese momento, pero él tenía miedo, estaba … tan triste y asustado”.

“No lo sabía. Pero fue realmente evidente el porqué se veía así después de que todo salió a la luz.”

Es algo que ella no ha podido superar, dijo, debido a todo el dolor que le produce. Así que ahora trabaja para ayudar a los adultos jóvenes en situaciones como la de Bobby.

Él ahora tiene 20 años, puede hablar en cierta medida, pero debido a su agresividad reflexiva, no se puede sacar de la institución en la que pasa cada día.

“No recuerdo en qué año comenzó a hablar”, dice la madre de Bobby. “Básicamente puede repetir todo lo que oye. Generalmente puede satisfacer las necesidades básicas, pero no siempre”.

“Al igual que a veces dice ‘quiero McDonald’s ‘, pero lo que realmente quiere es ir a dar una vuelta en el auto”.  

La realidad es que ahora esta madre ya no puede dar una vuelta en el auto con su único hijo porque se puede poner demasiado agresivo y es peligroso. Ya cuando tenía 15 años había crecido demasiado como para que ella lo pudiese controlar…

Hoy en día, dice ella con un ligero temblor en su voz: “Él está condenado a permanecer en esta institución – [y] ya no puedo llevarlo a ningún lugar. Hice lo mejor que podía, con lo que podía hacer. Algo del dinero, sí, lo usé para algunas clases extra, lo cual fue útil. Realmente no fue suficiente, pero al menos sirvió para algo”.

“No hay manera de corregir algo así. Lo que quiero decir es que incluso una persona normal, como cualquiera, una persona con una cognición intelectual normal, usted sabe, son abusadas cuando niños y eso les afecta para toda la vida.”

La opinión científica en 2018 es unánime sobre la necesidad vital de que la discapacidad del autismo se aborde lo más temprano posible en el desarrollo del niño. Inclusive, antes de su demanda de 2003 contra el CCSD, los padres de Bobby habían estado refiriéndose al punto clave, como se dijo más adelante en esa demanda:

Es un hecho aceptado dentro de la comunidad que presta servicios a los autistas que, si los funcionarios de la escuela no actúan de manera expedita con estos niños con discapacidades autistas, la ventana de oportunidad de desarrollo y bienestar del niño a largo plazo se ve comprometida de manera significativa y perjudicial.

Sin embargo, el distrito, como lo ha hecho durante décadas, había apilado el informe de la reunión que sostuvo el equipo del IEP de Bobby con empleados instruidos por la gerencia, quienes obedientemente rechazaron las recomendaciones de estos expertos independientes para implementar un programa más intenso en el hogar.

Y así, su madre dice hoy en día: “Aquí está mi hijo: no puede entenderlo, no puede procesarlo. Él debe pensar que es una persona terrible. No sé lo que piensa, pero no puede ser algo bueno. Y sí, toda esa experiencia dio inicio a la agresión hacia sí mismo. Y nunca ha terminado. Viene, va, fluye, pero nunca ha terminado.”

La madre de Bobby sabe que con esclerosis tuberosa la agresión es una posibilidad, pero no es una certeza. Según Wikipedia, solo alrededor del 50 por ciento de las personas con la afección tienen dificultades de aprendizaje y, dentro de ese 50 por ciento, esas dificultades cubren el espectro de leve a significativo.

“No puedo decir”, agrega la madre, “que alguna forma de agresión la pueda o no haber desarrollado él por su condición. Pero sé que es mucho peor de lo que pudiese haber sido, si no hubiese estado sometido a ese abuso básico a una edad tan temprana”.

“Lo que quiero decir es que todo eso lo devastó”.

El currículo actual

Una de las principales razones por las que las palizas administradas a Bobby y a sus compañeros de preescolar por los empleados del CCSD, tuvieron impactos destructivos a largo plazo es que, por su propia naturaleza, fueron experiencias poderosas de aprendizaje para los pequeños niños.

De hecho, ellos no podían evitar que fuese así, ocurriendo como ocurrieron esos eventos, durante un período crítico de desarrollo para los niños en edad preescolar. Los sistemas nerviosos toman forma casi permanente, en respuesta a sus experiencias, en los primeros cinco años.

El trabajo pionero en neuroendocrinología en el último cuarto de siglo, ha establecido el impacto crítico en el desarrollo cerebral de los grandes desencadenantes de estrés durante ese período.

Los estados breves de estrés intenso pueden alterar permanentemente tanto la biología como el funcionamiento de las redes neuronales en el cerebro, que la naturaleza ha diseñado para enfrentar el estrés y la amenaza.

Al ser básicos para la supervivencia, estos sistemas se conectan directamente a todas las otras áreas del cerebro, las cuales, cuando aparecen amenazas, pueden anularlas. Siendo fundamentales, también pueden causar disfunción en el resto del cerebro, si están mal regulados o son anormales.

En el caso de los niños autistas, la investigación más reciente indica que sus cerebros, en los niveles más básicos, están sujetos a poderosos estresores sensoriales ininterrumpidos que conducen a patrones de comportamiento característicos del autismo.

Incluso los sonidos comunes en el aula pueden ser abrumadores para estos jóvenes, apunta el psiquiatra infantil Bruce Perry, una autoridad en trauma ampliamente respetada.

A la luz de esa realidad, la práctica de larga data del CCSD de reunir a tales estudiantes en aulas “autocontenidas” es en sí misma controvertida entre los expertos.

Además, el distrito sigue a menudo confiando el cuidado de estos estudiantes vulnerables a personas no capacitadas, inadecuadamente examinadas e incluso, a veces, algo perturbadas.

Con frecuencia, durante las últimas tres décadas, las demandas federales han revelado una indiferencia sistemática dentro de las oficinas del distrito, ya sea en el complejo administrativo central o en las oficinas de los directores, respecto al abuso de niños en estas aulas.

En 2018 estas revelaciones continúan.

Los demandantes de la querella Hurd et al v. Clark County School District et al – presentada en 2016 y que aún está en litigio – recientemente obligaron al distrito a admitir oficialmente que no garantiza que las agresiones de adultos contra estudiantes autistas sean denunciadas e investigadas.

Por lo tanto, efectivamente, las prácticas del distrito facilitan el encubrimiento exitoso de muchos de estos incidentes. Cuando se producen reportes a la policía y a los padres, generalmente pareciera ser que, a quien los padres deben agradecer es a la conciencia de testigos ajenos a la administración.

No obstante, un nivel perceptible de psicopatología parece permear al CCSD cuando se trata del tratamiento de niños autistas.

Cabe destacar que la maestra de educación especial de HH, acusada en el reclamo del menor demandante en la demanda de Tims et al v. Clark County School et al, presentada el 5 de enero, se sintió capaz de atacar, burlarse y humillar al niño “frente a numerosos maestros, estudiantes y personal del CCSD”, así como frente a las “cámaras de video – vigilancia del CCSD” en la cafetería de la escuela primaria Kirk Adams.

De acuerdo con la reclamación enmendada de los demandantes, el video revela que:

…la acusada KASEY GLASS agarró, tiró y empujó agresiva e intencionalmente a HH, empujó repetidamente la cabeza de HH hacia abajo con el pie y le dio una patada en la cabeza; lo privó de su alimento y bebida retirándolo a la hora de la comida antes de que pudiera consumirla, arrojándola lejos; mantuvo sujeto a HH en su silla empujando una mesa contra su cuerpo que estaba sentado; e intencionalmente alteró su comportamiento burlándose de él y humillándolo cuando HH le indicaba a través de sonidos y gestos con las manos que quería su comida. GLASS también agarró las manos de HH y las dobló, lo que le hizo caer al suelo y ella le dio una patada en las manos de manera intencional.

Después de entrevistar a los testigos y ver el video, el oficial de policía del CCSD, Jonathan Fuentes, escribió que Glass “sometió a HH a acciones que una persona razonable consideraría degradantes, aterradoras y/o emocionalmente traumáticas, al crear un ambiente carente del cuidado adecuado necesario para el bienestar de un niño”.

Finalmente, Fuentes concluyó que: “existe una causa probable para levantar cargos a GLASS por agresión y negligencia infantil bajo NRS 200.481 (M), y por maltrato bajo NRS 200.508”. El reporte confirma que “se emitió una declaración jurada para una orden judicial para GLASS por los cargos anteriores”.

Sin embargo, a Glass simplemente se le permitió renunciar a su posición en el CCSD.

Hoy en día, ella figura como maestra de autismo para la Escuela Primaria Floyd del Distrito Escolar del Condado de Nye y retiene una licencia del Estado de Nevada para enseñar a niños autistas.

Entonces, ¿qué sucede, o no sucede realmente, cuando se observa o reporta el abuso de niños de educación especial a los administradores de la escuela y del distrito?

El Nevada Journal explorará esa pregunta más a fondo en la Parte 4.

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