‘Atrápame si Puedes’, Parte 5

Por Steven Miller

Dos días después de que la asistente de educación especial Carolina Gallardo notificara a Shawn Paquette, director de la escuela primaria Forbuss, sobre el maltrato físico de los niños autistas en el salón de clases de James Doran, éste último – imperturbable – continuaba haciendo de las suyas.

El 1 de mayo de 2015, la instructora de alfabetización Ana Sumison presentó un informe a Paquette inmediatamente después de haber presenciado a Doran agarrar a “un estudiante que estaba sentado, con una mano por la parte posterior de la cabeza (y) el cuello y con la otra mano… apretar sus mejillas obligándolo a mirar hacia el techo. Cuando Doran lo liberó, el estudiante bajó la cabeza y lloró”, dice Sumison en una declaración jurada.

También le entregó a Paquette una declaración por escrito y le dijo que era necesario llamar a la policía. Cuando la policía llegó, se le pidió a Gallardo que entregara también una declaración por escrito. Ella informó que Doran había hecho exactamente lo mismo con el mismo estudiante el día anterior.

Paquette, con la mirada de sus superiores sobre él luego que entregara el reporte de Gallardo dos días antes, también ahora se apresuró a informar a la división de Relaciones de la Administración de Personal (EMR por sus siglas en inglés) sobre este último reporte.

Sin embargo, los expedientes de la corte de algunos de los padres de los niños maltratados sugieren que el reporte repentino de Paquette a la EMR sobre la forma grosera de Doran de enfrentar sus cargos, asunto que ya había sido objeto de múltiples quejas a Paquette, representó un cambio notable en la actitud del director.

Esos expedientes de la corte – en el caso federal Hurd, et al v. Clark County School District, et al. – citan declaraciones de múltiples testigos como evidencia de que la moción del CCSD buscando la desestimación de la demanda no tiene fundamento.

Algunas de esas deposiciones son bastante gráficas.

Maltrato y Daño en el Brazo

El 9 de febrero de 2015, 12 semanas antes de que Gallardo, nueva en el aula, reportara por primera vez a Paquette sobre las acciones de Doran, un niño autista regresaba del receso con una lesión en el brazo. Más tarde, ese mismo día, sus padres lo llevaron a un hospital. Cuando el niño regresó a la escuela al día siguiente, tenía el brazo enyesado.  

Los padres le preguntaron a Doran qué le había sucedido a su hijo carente de lenguaje verbal (un niño designado más tarde en el caso como el demandante “S.S.”), pero Doran solo diría que fue un accidente en el patio de recreo.

El director Paquette había recibido correos electrónicos de miembros del personal de la escuela que habían presenciado lo que había sucedido en el patio de recreo, dicen los demandantes. Luego, Paquette llamó a Doran y, en presencia del subdirector Jerrell Hall, le contó lo que decían los empleados: que la ayudante de Doran, Heidi Carrasco, había tirado del brazo del alumno de cuarto grado de manera tan agresiva que parecía estar roto.

Según los demandantes, cuando Carrasco en una reunión posterior con Paquette, Hall y Doran, admitió haber tirado del brazo del niño, Paquette simplemente le dijo que tenía que tomar el entrenamiento del Instituto de Prevención de Crisis (CPI por sus siglas en inglés) del CCSD.

Carrasco no recibió ninguna sanción disciplinaria por parte de Paquette, dicen los demandantes, ni se le amonestó por escrito. Los abogados de los padres afirman que Paquette tampoco llenó y presentó un formulario CCF-624 de “intervención aversiva”.

Tanto la ley estatal como las regulaciones del distrito exigen que se llenen dichos formularios cada vez que se use la fuerza física y el sometimiento en un niño con necesidades especiales. La ley estatal fue aprobada por los múltiples e impactantes ejemplos de abuso físico por parte del CCSD a niños autistas que salieron a la luz en la década de 1990.

Las regulaciones del CCSD son requeridas por la ley estatal.

Sin embargo, cuando fue presentado por los abogados de los padres, Paquette negó haber investigado la lesión en el brazo de S.S., contradiciendo tanto a Doran como a Carrasco. El director también afirmó que nadie había alegado que la lesión había ocurrido en la escuela.

“Debido a que Paquette ocultó este incidente y su investigación”, dice el escrito de los demandantes en respuesta, “no hay documentación de la investigación de Paquette sobre la lesión de S.S., no se llenó el formulario 624, ni a los padres de S.S. se les informó sobre cómo pudo haber ocurrido la lesión. Ningún empleado fue sancionado… Nunca se notificó a la EMR, no se hizo ninguna determinación de denegación de derechos, no se notificó al Departamento de Educación, no se notificó a la policía y Doran fue testigo directo de que se toleró el abuso físico de niños con necesidades especiales.”

Esta acusación de los demandantes acerca de un estudiante autista no verbal que resultó lesionado por el personal de la escuela, incidente que Paquette cubrió con éxito, meses después ganaría un sentido adicional en la demanda.

Fue entonces cuando el CCSD admitió oficialmente ante un magistrado federal, que carecía de una política que exigiese que los directores informasen de tales incidentes al brazo disciplinario del distrito, la división de Relaciones de la Administración de Personal.  

Por lo tanto, el “encubrimiento” del abuso físico de los estudiantes autistas no verbales por parte de los adultos aparece, prácticamente hablando, como una política de facto del CCSD. Y eso ocurre aproximadamente 43 años después de la aprobación de la ley federal IDEA, cuyo propósito principal fue terminar con la discriminación escolar contra los niños con discapacidades.

La admisión del CCSD respalda el argumento de los demandantes de que, a través de sus costumbres y prácticas, el distrito demuestra una “indiferencia deliberada” ante el maltrato de niños autistas y que por lo tanto debe asumir grandes responsabilidades financieras.

Esto también confirmará las sospechas de muchos padres del sur de Nevada.

El Nevada Journal profundizará en ese tema en la Parte 6 de esta serie.

La Maestra Amy Dinkelman

Los abogados del distrito escolar argumentaron que la primera vez que Paquette se enteró del maltrato a los niños en el salón de clases de Doran fue el 29 de abril de 2015 cuando Carolina Gallardo acudió a él.

No obstante, los abogados de los padres alegan que antes de esa fecha, la maestra Amy Dinkelman y muchos otros reportaron a Doran ante Paquette, por contacto físico inapropiado con los estudiantes.

Dinkelman había trabajado en la escuela Forbuss durante cuatro años, primero como especialista en recursos y luego como maestra, antes de trasladarse a otra escuela en la primavera de 2015.

En la escuela primaria Forbuss, ella había sido asignada como mentora de Doran y reportaba directamente a Paquette. Dinkelman también conocía la ley estatal y las regulaciones del CCSD sobre intervenciones aversivas.

Dos veces, parada frente a la escuela, había visto a Doran agarrar a estudiantes autistas por los brazos o las mochilas y colocarlos en su lugar, dijo. A menos que los niños se encuentren en condiciones de emergencia genuinas, este trato y sometimiento constituyen una intervención aversiva ilegal que, como tal, supuestamente requiere llenar el formulario de reporte 624 del CCSD.

Dinkelman testificó en su declaración jurada que las dos veces que lo observó le había dicho a Doran que el trato no era apropiado y también informó de los incidentes a Paquette, quien le dijo que lo manejaría y hablaría con Doran.

En otra oportunidad, Dinkelman observó a Doran caminando por el pasillo con su brazo alrededor de los hombros del estudiante autista L.M.V., sometiéndolo. Los padres del niño luego presentarían una demanda contra el CCSD por el maltrato físico de Doran al muchacho.

Dinkelman observó el sometimiento de Doran a L.M.V. durante unos diez segundos, luego con el iPad que le había suministrado la escuela, fotografió su comportamiento. Su testimonio jurado fue que envió la imagen a Paquette por correo electrónico con una explicación adjunta. Su nota también mencionó que el sistema de video vigilancia que cubre los pasillos de la escuela habría registrado el comportamiento de Doran.

Ella declaró que Paquette le dijo de nuevo que él se haría cargo del asunto.

Sin embargo, el CCSD reportó no tener registros de correos electrónicos de Dinkelman a Paquette, ni documentación de ninguna de las quejas de Dinkelman sobre la mala conducta de Doran. Los padres de L.M.V. tampoco recibieron ningún formulario CCF-624 por el incidente, como lo exige la ley estatal.

Paquette alegó que nadie había expresado una preocupación o queja sobre la conducta de Doran antes del 29 de abril de 2015.

Los Reportes de Maynard

Brandy Maynard es la madre de B.P., uno de los niños autistas asignados al aula de Doran durante el año escolar 2014/2015.

A principios del año escolar, la escuela primaria Forbuss notificó a la Sra. Maynard que Doran estaba teniendo problemas para controlar a su hijo B.P. El niño había asistido a Forbuss cada año desde el jardín de infantes y no había mostrado problemas de conducta anteriormente. Ahora, sin embargo, el niño le decía a su madre que el nuevo maestro era “malo” y también a menudo le decía “él no me gusta”. Después de eso, Maynard habló con Paquette, Hall y otro asistente del director.

Un día Maynard quiso recoger a su hijo en la escuela en lugar de que el niño regresara en el autobús. Cuando ella se acercaba a la escuela dirigiéndose a donde estaban Doran y B.P., vio a Doran agarrar agresivamente a B.P. por su sudadera y someterlo mientras le hablaba con dureza.

Molesta por ver a un adulto tratar a su hijo de esa manera sin una justificación contextual, confrontó a Doran verbalmente. De acuerdo con la deposición de Maynard, esa confrontación vocal hizo que el subdirector Jerrell Hall se acercara, después de lo cual ella le contó sobre el tratamiento áspero innecesariamente de Doran hacia su hijo.

Aproximadamente cuatro a seis semanas después de que Maynard confrontara a Doran por su trato a B.P. frente a la escuela, observó moretones en la parte superior del brazo de B.P. que parecían marcas de dedos. Cuando se le preguntó, B.P. respondió que había sido por donde Doran lo había agarrado.

Maynard dijo que informó de esto a dos subdirectores de Forbuss, quienes le dijeron que investigarían.

Ella testificó en su declaración que también habló con Paquette directamente sobre los hematomas y que de igual forma le contó sobre el incidente anterior de trato inadecuado de Doran que ella había presenciado y protestado.

De modo que, en el correr de los primeros 90 días del año escolar, Maynard se había quejado a los administradores de Forbuss sobre Doran e insistió en que él no debía tener un lugar en un salón de clases con niños autistas.

Maynard dijo que los administradores de la escuela primaria Forbuss, en repetidas ocasiones, hicieron promesas que no cumplieron y parecía que veían la situación en silente indiferencia. Maynard dijo también, que les hizo saber que tenía fotografías de las lesiones de B.P. y que las llevaría a una estación de noticias de televisión si no se hacía algo al respecto. En ese momento, los administradores se disculparon y prometieron encontrar una nueva ubicación para B.P.

No obstante, no lo hicieron, por lo que Maynard comenzó a mantener a B.P. en casa, manteniendo comunicación directa con la división de educación especial en las oficinas centrales del CCSD. Finalmente, el niño fue trasladado del salón de clases de Doran a una nueva escuela, después de lo cual B.P. no tuvo más problemas de comportamiento, según Maynard.

De acuerdo con la demanda de los querellantes, la escuela Forbuss nunca envió a Maynard, como lo exige la ley estatal, ningún formulario CCF-624 o cualquier otra notificación sobre el sometimiento físico que ella misma había presenciado e informado.

El CCSD tampoco produjo para los demandantes ningún registro de alguna de las quejas de Maynard sobre la conducta física indebida de Doran relacionada con B.P. Nunca se llevó a cabo una investigación y, según Doran, Paquette nunca discutió con él las quejas de Maynard.  

Roo Abdel-Al

La conductista independiente Roo Abdel-Al, que en algunas ocasiones trabajó con un cliente en la escuela primaria Forbuss, declaró que alrededor del 13 de octubre de 2014 había presenciado a Doran imponiendo restricciones físicas aversivas inapropiadas.

No había transcurrido ni cinco minutos de haber entrado en un pasillo de la escuela Forbuss, cuando ella vio a Doran ordenando a la estudiante M.H. que detuviera su aleteo de manos. Cuando la niña autista no obedeció, dijo Abdel-Al, Doran agarró las muñecas de la niña, la empujó contra la pared del pasillo con fuerza, sostuvo sus brazos contra la pared sobre su cabeza, apuntó su dedo hacia ella y luego hizo que la niña se sentara en el piso.

Michael Hollis

Michael Hollis, un asistente “flotante” que trabajó intermitentemente en el aula de Doran durante un período de cuatro meses, dijo haber observado a Doran poner sus manos en los niños diariamente, agarrando a los estudiantes y obligándolos a hacer lo que él quería.

Del mismo modo, dijo Hollis, los asistentes regulares de Doran en el aula se quejaban con él sobre el continuo abuso a los niños. También testificó que Doran era agresivo con los estudiantes en los pasillos en los recesos y cuando regresaban del almuerzo.

Hollis dijo que cuando Doran vio las “estereotipias” de M.H., Doran la agarró y la sentó de golpe en su silla y que, en otras ocasiones, la agarró por el pelo.

El día de la lesión en el brazo de S.S., informó Hollis, Doran agarró al niño por el brazo y lo hizo gritar. Luego S.S. fue llevado con la enfermera de la escuela y no regresó a clase ese día. La siguiente vez que Hollis vio a S.S., unos días después, el brazo del niño estaba en un cabestrillo.

Según Hollis, también observó con frecuencia a Doran sentar de un empujón a S.S. en su silla para contenerlo. De igual manera informó que Doran agarró a L.M.V., quien estaba debajo de su escritorio, llorando, gritando y con aparente dolor, y que lo arrastró hacia afuera, llevándolo y dejándolo en otro lugar.

Los abogados del CCSD, en informes recientes, han llamado a Hollis un “exempleado descontento” y han tratado repetidamente de socavar su credibilidad.

Su intensa búsqueda de ese objetivo puede evaluarse a partir de algunos de los avances durante su deposición:

P. ¿Hay alguna razón por la que no acudió a sus supervisores para informarles sobre todo lo que sucedió en el aula en el año escolar 2014-2015?

R. Le mencioné a la Sra. Dinkelman que él era demasiado agresivo con los niños.

(Amy Dinkelman fue supervisora de Doran y Hollis, hasta que dejó la escuela Forbuss en la primavera de 2015.)

“Esa respuesta indiferente”, continúa el informe del CCSD, “sirve como un indicador válido de que el Sr. Hollis no creyó haber presenciado abusos.”

Sin embargo, el resto de esa deposición revela la propia preocupación del CCSD por socavar el testimonio de Hollis:

P. De acuerdo. ¿Por qué usted no informó eso a su supervisor?

R. Lo hice. Se lo reporté a la Sra. Dinkelman.

P. De acuerdo. Pero usted no lo reportó a su supervisor actual; ¿correcto?

R. Lo reporté a la Sra. Dinkelman.

P. Es una pregunta de sí o no.

R. Lo reporté…

P. Usted no lo reportó a su supervisor; ¿correcto?

R. Lo reporté a la Sra. Dinkelman, que era mi …

En este punto, finaliza la deposición presentada ante el tribunal por los abogados del CCSD.

Entonces, ¿Era Amy Dinkelman la supervisora de Hollis? Aquí hay una sección relevante de su deposición:

P. ¿Recuerda usted a un caballero llamado Michael Hollis?

R. Sí.

P. De acuerdo. ¿Trabajó usted con el Sr. Hollis?

R. Sí.

P. ¿Era él un asistente?

R. Era un asistente flotante asignado a uno de mis alumnos.

P. ¿Era usted su supervisora en la escuela?

R. Sí.

Entonces, ¿un punto para los demandantes? Quizás. Sin embargo, Dinkelman, tres años después, no puede confirmar tener memoria de Hollis:

P. Que usted recuerde ¿alguna vez él se le acercó con preocupaciones con respecto a Doran?

R. No que yo pueda recordar.

Repitiendo prácticas de los años 90.

Los abogados de los padres, citando una deposición de Doran, informaban que frecuentemente él tomaba la mano del estudiante autista S.S. y lo forzaba a correr “para sacar su energía.” Esta era la práctica que el CCSD había estado usando en la década de 1990 para agotar a los estudiantes con discapacidades, antes de que los legisladores estatales en 1999 lo prohibieran específicamente y prohibieran también otras “intervenciones aversivas” como respuesta a los comportamientos relacionados con la discapacidad.

Según Doran, Paquette lo había autorizado expresamente para que “tomara la mano de S.S. y lo hiciera correr.”

La NRS 388.473 prohíbe específicamente “Exigir a una persona que realice ejercicio en condiciones forzadas si… (a) a la persona se le exige el ejercicio porque él o ella mostró un comportamiento que está relacionado con su discapacidad.”

Las declaraciones tomadas en la demanda de Hurd et al v CCSD hasta este punto, sugieren que la demanda puede ser la amenaza más desafiante que el CCSD haya enfrentado, en cuanto a lo que venía siendo lo habitual en la educación especial.

En la Parte 6 de estos reportes, el Nevada Journal se refiere a los motivos de esa apreciación.

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Steven Miller

Senior Vice President, Nevada Journal Managing Editor

Steven Miller is Nevada Journal Managing Editor, Emeritus, and has been with the Institute since 1997.

Steven graduated cum laude with a B.A. in Philosophy from Claremont Men’s College (now Claremont McKenna). Before joining NPRI, Steven worked as a news reporter in California and Nevada, and a political cartoonist in Nevada, Hawaii and North Carolina. For 10 years he ran a successful commercial illustration studio in New York City, then for five years worked at First Boston Credit Suisse in New York as a technical analyst. After returning to Nevada in 1991, Steven worked as an investigative reporter before joining NPRI.

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