Atrápame Si Puedes, Parte 8

Por Steven Miller

Detrás de las dificultades de educación especial de Nevada, así como de todos los estados de la unión, existe un problema real y más amplio.

Desafortunadamente es una dificultad con la Ley Federal de Educación para Personas con Discapacidades (IDEA).

En el fondo, IDEA fue un intento de eludir el lado oscuro de la naturaleza humana: los resortes detrás de la larga historia de exclusión y prejuicio de la humanidad que victimiza a los niños con discapacidades.

Pero el intento se realizó sin entender realmente el motor que existe detrás de esa oscuridad.

Cuando la legislación de IDEA se estructuró por primera vez a mediados de la década de 1970, e incluso más tarde cuando se revisó, fue antes de muchos de los hallazgos más esclarecedores de las recientes investigaciones de neurociencia.

Inclusive hasta finales de 1987, por ejemplo, la psiquiatría infantil aún no había acogido las neurociencias.

La legislación de IDEA, por lo tanto, se basó en lo que naturalmente era asumido como verdadero en ese momento por políticos, abogados, reguladores gubernamentales y defensores de necesidades especiales involucrados en el progreso de la legislación para convertirla en ley.

Su consenso fue que las nuevas leyes, el nuevo dinero federal y los mandatos no financiados, las nuevas burocracias federales y estatales, y muchas, muchas nuevas regulaciones en esta área podrían eliminar la oscuridad en el comportamiento humano.

No obstante, como observó hace mucho tiempo el sabio romano Horacio, “puedes eliminar la naturaleza con una horqueta, pero ella siempre regresa”. O, en las palabras más recientes del neurocientífico Bruce D. Perry, “ignoramos nuestra naturaleza social y nuestra propensión a formar grupos, tanto positivos como negativos, a cuenta y riesgo de todos”.

La terrible ironía

En el caso de la educación especial, parece ser que el aspecto crítico de nuestra naturaleza social es que la empatía humana tiene la cara de Jano. Si bien nuestra capacidad de empatía subyace en prácticamente todo lo que hace que la sociedad funcione: confianza, colaboración, buena voluntad generalizada, amor y caridad, su otra cara es un factor clave para el abuso inhumano de otros seres humanos.

Perry y la coautora Maia Szalavitz, en su libro de 2010, Born for Love, ilustran ese punto a través del caso de un niño nacido con una enorme mancha en la cara.

“Una terrible ironía aquí”, escriben ellos, es que la empatía misma puede ayudar a crear los altos niveles de disgusto que muchas personas experimentan cuando ven a personas con lesiones o defectos faciales:

La empatía y el disgusto, de hecho, están mediados en parte por la misma región del cerebro, y tener un nivel alto de uno puede estar relacionado con tener niveles altos del otro. Una de las razones por las que las personas parecen responder instintivamente con horror a los rostros malformados es porque imaginan que tener el defecto es doloroso o que debe ser insoportable que otros te respondan con un estremecimiento. La angustia que esto produce en el espectador puede ser tan intensamente molesta que responde, no siendo amable o acercándose a la víctima, sino evitándola. ¡Las emociones que despiertan por el sentimiento de empatía profunda pueden a veces impedir una respuesta genuinamente amable y empática! (Énfasis añadido.)

Al documentar esta paradoja, Perry y Szalavitz citan varios estudios de investigación. Todos parecen ser bastante relevantes para el fenómeno recurrente del personal escolar dentro o fuera de las aulas cerradas que ignoran las necesidades de instrucción de los autistas bajo su cuidado o, peor aún, “pierden la cordura” y los golpean o se tornan sádicos contra los jóvenes.

Dos de los estudios se enfocaron en lo que podría llamarse tendencias “predeterminadas” de la humanidad al observar de cerca las reacciones espontáneas de los jóvenes:

  • A los niños de cinco a 13 años se les mostraron videos angustiosos de niños separados de sus padres o castigados injustamente, así como a niños discapacitados que tienen dificultades para subir escaleras. Cuanto más angustiada estaba la víctima, más se angustiaban los niños que veían los videos, y más se enfocaban en la víctima y en cómo ayudar. Pero esto solo fue así hasta cierto punto: cuando los niños se angustiaron más de lo que parecían estar angustiadas las víctimas, cambiaron el enfoque hacia su interior para tratar de ayudarse a sí mismos a sentirse mejor, en lugar de considerar formas de ayudar a los que estaban sufriendo.
  • Otro estudio hizo que los estudiantes de kínder desempeñaran el papel de niños que estaban enfermos o con dolor. El estudio encontró que aquellos que tenían de antemano una medida más alta de empatía, tenían menos probabilidades de ayudar a otros después de haber desempeñado estos roles. Al imaginarse a sí mismos heridos o enfermos, se sintieron extremadamente angustiados. Ellos estaban entonces demasiado angustiados por sus propias y vívidas experiencias como para acercarse y calmar a otros que estaban sufriendo.

Un tercer estudio altamente significativo mostró que los adultos también tienen estas mismas reacciones. Las enfermeras más empáticas, según se descubrió, eran también las más propensas a evitar a pacientes moribundos al comienzo de su entrenamiento, hasta que aprendieron a lidiar con la angustia experimentada a causa de su profunda empatía reflexiva.

Este “exceso de empatía”, señalan Perry y Szalavitz, “puede ser visto desde afuera como egoísmo, e incluso producir un comportamiento egoísta.”

Debido a que la educación de los niños con discapacidades evidentemente requiere individuos altamente empáticos, inclusive más empáticos que quienes enseñan a los niños en general, esta investigación sobre el lado más oscuro de la empatía también ilumina la sombra perenne propia de la educación especial.

 

El extraño peligro

De forma significativa, esta otra cara de la respuesta de la empatía pareciera no ser trivial, y pareciera estar firmemente anclada en la historia evolutiva del hombre:

… evolucionamos en un mundo (escriben Perry y Szalavitz) donde, durante miles de generaciones, las principales amenazas para cualquier individuo fueron otros humanos, típicamente extraños. A diferencia de otros animales, los depredadores más letales que enfrentábamos eran de nuestra propia clase, no miembros de diferentes especies.

Al comienzo de la historia de la humanidad, ver a una nueva persona, interactuar con una nueva cara, significaba que había otro clan cerca: competir por los mismos recursos: agua, frutas, caza y cuevas. Era probable que esta nueva persona le atacara, le alejara, le robara su lugar de acampada, se llevara a los jóvenes y violara a las mujeres de su grupo, del mismo modo que podía decidir negociar y cooperar. A lo largo de las generaciones, la desconfianza hacia nuevos individuos, grupos e ideas se incorporó a los circuitos de respuesta de alarma del cerebro humano porque aquellos que tenían este tipo de cautela, tenían más probabilidades de sobrevivir para reproducirse. Era más seguro asumir el peligro y esperar lo peor, que contar con la amabilidad de los extraños.

Y así, a lo largo de miles de generaciones de selección evolutiva,

… el cerebro desarrolló la capacidad de leer señales no verbales, muchas de las cuales se comunican a través de cambios en la expresión facial. El cerebro tiene capacidades especiales de reconocimiento facial y de expresión, que deben ser la envidia del Departamento de Seguridad Nacional. Hay una región entera de la corteza dedicada a reconocer rostros llamada “giro fusiforme”. A través de un proceso de “emparejamiento” de expresiones y rostros con experiencias anteriores, el cerebro toma decisiones sobre amenazas y seguridad.

Hay una gran cantidad de interesantes implicaciones sobre esto, que incluyen ideas potenciales sobre cómo esta tendencia neurobiológica al tribalismo puede contribuir al conflicto de grupo, el racismo, el nacionalismo y un conjunto de otras características humanas insanas e improductivas. (Énfasis añadido.)

Por esta razón, Perry sostiene que ignoramos las particularidades de la naturaleza social humana en el peligro colectivo:

… nuestra empatía hacia “personas como nosotros” probablemente se desarrolló, al menos en parte, porque nos permitió conquistar a “personas como ellos” …

(Y mientras) la empatía por “personas como nosotros” puede no haberse originado en actos de odio y guerra contra “personas como ellos”, está profundamente influenciada por la identidad del grupo. No solo los adolescentes, sino también los adultos necesitan estar conscientes de la influencia del grupo en los valores y elegir con cuidado amigos, otros grupos sociales e inclusive a los empleadores.

 El tribalismo del CCSD

Las alianzas “tribales” de facto, por supuesto, saturan a la sociedad humana y, por lo tanto, a grandes organizaciones como el CCSD. Ya sean los directores de escuela contra los maestros, los administradores contra los empleados de la oficina central, los empleados del personal de apoyo contra los maestros con licencia, los deportistas contra los no deportistas, los “cerebros” contra los acosadores, los niños populares contra los marginados, mejores amigas, amigos cercanos, “hermanos” de raza, etc., etc., la compulsión humana a unirse en grupos de miembros similares, “nosotros” contra “ellos”, siempre está activa.

Desafortunadamente, los niños autistas no verbales, vistos como raros y poco comunicativos por los “neurotípicos”, tienen una probabilidad excepcional de convertirse en el “ellos” para los administradores del distrito que elaboran presupuestos, para los directores de escuelas que intentan implementar planes IEP “suficientemente legales”, y para los maestros y asistentes de educación especial mal pagados y sobre estresados que están a punto de volarse de cabeza.

De esta manera, todas las demandas en contra de las escuelas públicas de Nevada ya deberían haber puesto en claro, que ya no es suficiente el modelo contemporáneo del “Silver State” para la educación especial. Tal como está estructurado en la actualidad, es un gran cómplice, reflexivamente, del lado más oscuro de la naturaleza humana, una naturaleza que, ignorando todas las reglas razonables escritas en los reglamentos federales, estatales y del distrito escolar, se revela regularmente.

La pregunta para los legisladores de Nevada es: ¿Por cuánto tiempo más?

Este problema solo va a crecer, al igual que la población de niños neurodiversos.

Tome en cuenta que, en 2002, los Centros para el Control de Enfermedades de EE. UU. informaron que menos del uno por ciento (0,66%) estaba en el espectro del autismo. Este año, el CDC estimó la proporción en uno de cada 59, o 1.69 por ciento.

Eso significa que, en solo 16 años, la población neurodiversa reconocida se ha expandido en más del 250 por ciento.

Entonces, ¿por cuánto tiempo más se permitirá que continúe la inhumanidad en Nevada del “Atrápame Si Puedes” documentada en esta serie?

Por mucho tiempo escondidos detrás de las puertas de las aulas cerradas, administradores silenciosos y asustados y pelotones de abogados financiados por los impuestos, ahora son un asunto muy público.

Como la jueza magistrada Peggy Leen observó recientemente al litigante principal del CCSD, la pregunta clave ahora es si el distrito es “deliberadamente indiferente” al abuso perpetrado regularmente contra niños no verbales con necesidades especiales. 

“Porque”, agregó, “la gente está haciendo esto a diestra y siniestra y usted no está haciendo nada al respecto.”

Así que está claro: las familias de Nevada con niños con necesidades especiales necesitan ayuda; alternativas al monopolio estatal de escuelas públicas que, en esta área, es claramente disfuncional.

De hecho, las propias escuelas públicas también necesitan ayuda. En parte, su disfuncionalidad se debe a errores conceptuales muy comprensibles que fueron incorporados en el tejido de la legislación federal IDEA.

Y no es que otros estados no hayan reconocido esta realidad y, que por sí solos, hayan encontrado soluciones viables que alivien la presión y llenen los vacíos.

Florida, con sus becas McKay y Gardiner, que son una opción amigable, responde directamente a las necesidades de muchas familias con necesidades especiales. Estos programas no solo ahorran dinero del estado en general, sino que permiten que Florida ahora supere a 46 de los 50 estados en las métricas de rendimiento de los estudiantes.

Nevada también tiene muchas familias con necesidades especiales que preferirían las cuentas de débito de ayuda al empleado estilo ESA (Employments and Support Allowance). En el transcurso de este proyecto de informe del Nevada Journal, lo han dejado muy claro.

Flexibilidad educativa y opciones de trabajo para los padres.

Nevada debe hacer lo propio.

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